viernes, 25 de enero de 2013

Un golpe de suerte. 1 - 'Vivir mientras somos jóvenes'


Sábado, 13 de julio.
Son las dos y cuarto de la madrugada y no puedo dormir. Doy vueltas en la cama, de un lado para el otro, intentando conciliar el sueño pero me es imposible. Respiro profundamente, me quedo tumbada boca-arriba mirando el techo. Suspiro. Resoplo. Inspiro. Expiro. Hace calor. Llevo mi pijama de verano con unos shorts y una camiseta de tirantes, y la ventana de mi habitación está completamente abierta pero aun así hace calor. Es como si estuviera nerviosa... O me duermo de una maldita vez o mañana tendré unas ojeras impresionantes. Vamos a volver a intentarlo... Respiro y dejo la mente en blanco.

Pip, pip. Pip, pip. Ocho y cuarto de la mañana. Ese maldito despertador está sonando y los pitidos retumban en mi cabeza. Me levanto, lo apago y me quedo sentada en la cama. Suspiro porque sé que no puedo volver a acostarme y continuar durmiendo puesto que sino acabaría perdiendo el tren. Enciendo la radio, cierro un poco la ventana y subo el volumen a tope. Suena Die Young de Ke$ha. Me levanto y me dirijo a mi armario a buscar unos shorts tejanos, una camiseta blanca de tirantes con el símbolo de infinito pintado en negro, y mis Victorias blancas. Me voy a la ducha.
Salgo de allí quince minutos más tarde, ya vestida y con una toalla en la cabeza que envuelve mi cabello rubio. Voy a la cocina y desayuno un bol de leche con cereales de chocolate. Una vez terminado, miro la hora. Nueve menos cuarto. ¡Mierda! ¡Voy a llegar tarde! Corro al baño, me seco un poco el pelo, lo cepillo y cuando creo que está más o menos presentable, vuelvo a mi habitación a coger la maleta y mi bolso con la cartera, el móvil y las llaves, y salgo de casa con prisa, tropezándome de vez en cuando con mis propios pies.
Llego a la estación de Martorell justo cuando escucho el anuncio de mi tren. Paso el billete lo más rápido posible y voy directa a bajar las escaleras con la maleta a cuestas. Llego al andén cuando las puertas del tren se abren y, sin pensármelo dos veces, entro. Las puertas se cierran segundos más tarde y yo respiro aliviada.

Buenos días. Me saluda Leila con una sonrisa en la cara. Su melena pelirroja está recogida en un moño algo despeinado y sus ojos azules brillan a través de los cristales de sus gafas de pasta. Esperemos que Abigail no se retrase mucho. Dice mirando el reloj. Viste con un mono tejano corto, una camiseta de manga corta blanca y sandalias del mismo color.
No creo, ella es la que siempre llega puntual. Contesto pasándome la mano por el pelo, alborotándolo. ¿Has comprado ya tu billete? Asiente con la cabeza. Entonces espérame aquí y vigílame la maleta que voy a comprar el mío. Dejo allí las cosas y cuando estoy de camino a una de las taquillas de la estación de Sants, me cruzo con Abigail.
–¡Hola! Me saluda entusiasmada. Sus ojos oscuros brillan, emocionados por el viaje. Su pelo liso cae de una forma natural sobre sus hombros. ¿Ya habéis llegado? Pensé que sería la primera. No puedo evitar fijarme en como sus labios, siempre pintados de rojo, se curvan para formar una sonrisa.
Buenos días. Mi tren acaba de llegar y el de Leila llegó antes que el mío. Ahora voy a comprar el billete, ¿vienes? Asiente y me acompaña. Su forma de caminar es especial. Sus piernas delgadas y largas se mueven de una manera muy ágil y hacen que la falda corta que lleva se mueva a cada paso que da.
Una vez tenemos los billetes, volvemos con la pelirroja que está mirando el móvil. Se saludan con un par de besos en la mejilla, cada una coge su maleta y vamos a buscar nuestro andén. Hemos llegado con tiempo así que hemos de esperar un cuarto de hora antes de que llegue nuestro tren dirección Tarragona.

Cierro el libro cuando escucho que la próxima parada es la nuestra. Altafulla. Todas nos levantamos de nuestros asientos y cada una coge su maleta. Para cuando estamos las tres listas, llegamos a la estación. Abrimos la puerta y bajamos del tren.
¡Buenos días! Nos saluda Sabela que nos espera a la salida de la estación. ¿Cómo ha ido el viaje?
Hola, Sab. Bastante bien. Contesto y le doy dos besos.
Lo mismo hacen Leila y Abigail, y después nos dirigimos al coche de nuestra amiga. Un Opel Corsa plateado de segunda mano. Durante el trayecto hasta su casa, cierro los ojos e intento descansar un poco ya que anoche me costó dormirme. Imposible. El viaje es demasiado corto y para cuando vuelvo a abrirlos, ya hemos llegado.

La habitación es grande. Paredes blancas, cortinas color beige, ventanas completamente abiertas. Tres camas individuales colocadas juntas con sábanas azules. Abigail deja su maleta junto a la primera cama y se tumba.
¿Qué te piensas que haces? Pregunta Leila. La morena la mira desconcertada. ¡Pongámonos los bikinis y vayamos a la playa!
Blanco con topos rojos, Leila. Azul con rallas verdes, Abigail. Negro y blanco, el mío. Sabela prefiere quedarse un rato en casa, así que salimos sin ella. La playa está a unos diez minutos caminando, así que llegamos enseguida. Son solo las doce del mediodía pero hay bastante gente. Muchas toallas en la arena, padres tumbados y niños jugando. Dejamos nuestras toallas y vamos directas al agua. Hace mucha calor, así que lo único que queremos en ese momento es refrescarnos con agua fría.
¡Declaro oficialmente el comienzo de estas vacaciones de verano! Grita Abigail. Sonrío y me la quedo mirando. ¡No me mires así, Rebecca! Me dice. ¡Va a ser genial!
Claro que sí. Contesto, la agarro de los hombros y la sumerjo en el agua. Cuando vuelve a salir, me mira con mala cara y empieza a echarme agua. Leila, que hasta entonces no había hecho nada, se le une y ambas van contra mí.
Yo retrocedo pero ellas continúan, hasta que choco con alguien. Resbalo con su pie y caigo al agua. Noto como un brazo me saca a la superficie. Respiro profundamente, ya que no me había dado tiempo a coger aire, y me aparto el pelo de la cara. Analizo la situación y no puedo evitar sonrojarme.
Lo siento. Digo.
El chico con el que había chocado sonríe y me suelta el brazo. Es alto, delgado, pelo oscuro, ojos castaños y con muchos tatuajes.
No importa. ¿Estás bien? Me pregunta en inglés. Asiento con la cabeza, incapaz de hablar. Que guapo es, pienso. ¡Qué vergüenza!
¡Qué torpe eres, nena! Me grita Leila. Me empiezo a alejar junto a mis amigas, aunque me giro una vez para volver a mirar al chico. Él aún mira en mi dirección y vuelve a sonreír cuando nuestras miradas se cruzan. Era mono.
Mucho. Comento. Ambas se giran y me salpican agua, riéndose.

Después de estar un rato nadando, decido salir y quedarme en la toalla. Me pongo las gafas de sol y me tumbo boca-arriba. Siento el calor del sol por todo el cuerpo y como este va evaporando las gotas de agua. Temo por mi pelo, es muy rebelde y quizá se bufe. Espero que no pase y vuelva a quedarse ondulado, como ha de ser.
¡Rebecca! Escucho. Abro los ojos y me encuentro con Abigail. Vamos a jugar a voley, ¿vienes? Me siento y asiento con la cabeza. Leila vuelve a recogerse el pelo en un moño y me tira del brazo para que me levante. La pelirroja es una chica que siempre tiene ganas de todo, no tiene paciencia, todo ha de pasar enseguida.
Pero hemos pensado que solo tres quizá sea algo aburrido. Comenta Leila.
¡No tenemos pelota! ¿Cómo pensáis jugar? Pregunto tras darme cuenta de que solo trajimos las toallas y el protector solar. Ambas sonríen pícaramente. Sé que algo se traen entre manos. ¿Qué?
El chico mono de antes está jugando a voley con dos amigos suyos. Abigail me gira y me lo señala. ¿Por qué no te acercas y les preguntas si podemos jugar?
¿Y por qué no vais vosotras que sois la que habéis tenido la idea? Pregunto incrédula.
Nosotras no nos hemos chocado con él.
¿Y?
¿Y? ¡Que vayas y punto! Leila me empuja pero a penas me muevo. Es ahora o nunca, nena. Si no vas, quizá no vuelvas a verle. Sabemos que te ha gustado.
Va, no te lo pienses más y ve. Añade la morena, mirándome.
Resoplo. No me queda más remedio que acercarme a ellos y preguntárselo. Me da vergüenza, siempre me pasa lo mismo. Veo a los tres jóvenes jugar. El chico con el que me he chocado lleva un bañador blanco con líneas rojas y negras. Sus dos amigos, uno de pelo rizado con bañador azul marino, y otro rubio con bañador verde y azul.
Mis amigas me siguen a bastante distancia. Esperan a que pase a la acción. Suspiro y me acerco finalmente. El chico moreno, que me ha visto, coge la pelota y me mira.
Hola. Sonrío. Me toco el pelo; es algo involuntario, lo hago siempre que me pongo nerviosa. El chico me mira con atención. Se muerde el labio inferior. Mis amigas y yo queríamos jugar a voley y me preguntaba si podíamos jugar los seis. Las señalo y el chico de cabello rizado las mira. Después sonríe y le da un golpe al rubio.
Claro. Contesta. Sonríe y se acerca para darme dos besos. Soy Zayn, ¿y tú? Arg, huele muy bien y tiene una voz muy sexy, pienso.
Rebecca. Mis amigas son Leila y Abigail. Las mira y las saluda con la mano. Se acercan y les presento a Zayn y a sus dos amigos, Harry y Niall.

¿Qué tenéis pensado hacer esta tarde? Pregunta Niall una vez hemos recogido todas las toallas y estamos a punto de despedirnos. Las tres nos miramos sin saber qué contestar.
No tenemos planes. Dice Leila, encogiéndose de hombros.
¿Os apetece ir a tomar algo? ¿Un helado quizá?
Claro. Sonrío. Podemos quedar aquí mismo, en el arco del paseo. Miro a Zayn.
¿A las seis? Pregunta él, mirándome a mí también. Asiento con la cabeza.
Id vosotras dos. Yo me quedaré con Sabela en casa. Opina Abigail. Me apetece dormir un rato.
Tras dejar el tema zanjado, volvemos a casa. Sabela nos está esperando para hacer la comida. Son las dos y media y me estoy muriendo de hambre. No he comido nada desde las ocho de la mañana, así que mi estómago lo necesita. Preparamos una ensalada de pasta y algunas patatas bravas. Después de comer, Leila y yo nos duchamos y nos arreglamos para a las seis estar preparadas. Me puse un vestido veraniego blanco con unas sandalias del mismo color. Me recogí el pelo en una coleta alta y me puse un poco de rímel. Leila optó por ir como esta mañana pero eso le favorecía así que no me opuse.

Temía que nos dejaran plantadas. Parecían buenos chicos pero nunca se sabe. Además, tampoco estoy segura de qué quieren. Nos acabamos de conocer, son chicos y es verano, están de vacaciones, es obvio que lo que quieren es pasárselo bien. Aunque supongo que nosotras también queremos pasarlo bien.
Cuando llegamos, Niall, vestido con unos tejanos y una camiseta blanca, y Zayn, con tejanos oscuros, camisa de cuadros y peinado con un tupé; ya estaban esperándonos. El chico de cabello rizado había decidido quedarse en casa.
Pensábamos que no ibais a aparecer. Comenta Zayn, acercándose a mí.
¡Si invitáis a helado, como queréis que no vengamos! Dice Leila, sonriendo.
¡Vamos, entonces! Contesta Niall, echándose a reír y agarrando a mi amiga del brazo. Zayn y yo los seguimos detrás.
La tarde se pasó volando. Fuimos a una heladería que estaba cerca de donde habíamos quedado. Mi amiga y Niall pidieron un helado de chocolate y vainilla cada uno, Zayn uno de nata y yo un granizado de fresa. Leila estuvo hablando toda la tarde, no callaba, parecía que había tomado lengua para comer. Lo mejor es que el chico rubio le seguía el rollo y se reía de ella cada vez que acababa una frase con 'nena'. Yo sentía de vez en cuando la mirada de Zayn sobre mí pero tampoco me quejé. Hacía me ruborizaba pero me gustaba que me mirase; al menos quizá le parecía atractiva a alguien. Creo. Lo peor, en cambio, fue cuando, caminando por el paseo marítimo, la pelota de unos niños que jugaban por allí cerca fue a parar a mis pies, la pise y caí de culo. ¡Me hice mucho daño! Y Zayn comenzó a reír, Leila le siguió y Niall tampoco se cortó. Después el chico ayudó a levantarme y me preguntó si estaba bien, pero continuaba sonriendo. “¡Qué torpe eres, nena!” Había vuelto a decirme la pelirroja.
Sobre las nueve, nos despedimos de ellos. Sé que Leila había conseguido el número de teléfono de los dos, pero no me dijo nada.

Cuando llegamos a casa, Sabela se nos echó encima.
¿Dónde estabais? Nos preguntó emocionada. ¿A que no sabéis qué? Como soy muy buena amiga y tengo contactos, ¡he conseguido entradas gratis para una discoteca que hay cerca de aquí! Hablaba muy rápido y gritaba, a penas se la entendía. ¡Fiesta! ¡Esta noche fiesta! Se puso a bailar como una loca. Yo puse los ojos en blanco, fui al comedor y me dejé caer en el sofá. Vamos a cenar y arreglarnos. ¡Esta noche ligamos!
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Capítulo basado en: Live while we're young de One Direction


Otras canciones mencionadas: Die young de Ke$ha
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Muchas gracias por haber leído el capítulo y espero que os haya gustado.
¿Me decís qué os ha parecido en un comentario? Lo agradecería muchísimo.
¡Nos leemos! Un beso, Yaiza.